Torres de Malory 2--Segundo curso by Enid Blyton

Torres de Malory 2--Segundo curso by Enid Blyton

autor:Enid Blyton [Enid Blyton]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788427214538
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España
publicado: 2018-04-12T00:00:00+00:00


¡Pobre Ellen!

—¡Es increíble! —soltó Daphne cuando Ellen dio un portazo después de salir de la habitación—. ¡Menudos modales tiene! ¿Qué mosca le habrá picado?

Nadie lo sabía. Nadie se imaginaba que Ellen estaba cada día más preocupada por los estudios. Sabía que se avecinaban los exámenes trimestrales y quería que le fueran bien. ¡Tenían que irle bien! Así que aprovechaba cada minuto libre para estudiar, y empezaba a tener la sensación de que podría hacer frente a los exámenes y superarlos con éxito.

Pero esa tarde no se encontraba muy bien. Le dolía la garganta y los ojos, especialmente cuando los movía. Y encima tenía tos. ¿Y si se ponía enferma? Eso la retrasaría terriblemente en sus estudios. No, no podía enfermar. Ellen empezó a tomar pastillas para la tos sin consultar a nadie, y se escondía en el baño para hacer gárgaras con la esperanza de que la gobernanta no la descubriera.

Esa tarde tenía los ojos especialmente brillantes y las mejillas sonrosadas. Tosió en el aula de estudio. La señorita Potts, encargada del aula, la miró y le dijo:

—¿Te encuentras bien, Ellen?

—Oh, sí, muy bien, señorita Potts —mintió Ellen inclinando de nuevo la cabeza sobre el libro.

Volvió a toser.

—No me gusta nada esta tos —anunció la señorita Potts—. Me parece que será mejor que…

—No se preocupe, señorita Potts, es que me he atragantado —se apresuró a responder Ellen, desesperada—. Tal vez debería tomar un poco de agua.

—Está bien, ve —consintió la señorita Potts, no muy convencida.

Así que Ellen salió del aula. Apoyó su ardiente cabeza en la pared fría del guardarropa y deseó tener a alguien en quien confiar. Pero con su comportamiento de los últimos días había conseguido poner a todo el mundo en su contra, incluso a Jean. Jean había tratado de ser amable con ella y Ellen ni siquiera se había molestado en levantarse e ir a buscar el dinero para la inscripción a los juegos.

“No sé lo que me ocurre últimamente —pensó la niña—. Antes no me comportaba así. Tenía montones de amigas en mi antigua escuela. Ojalá nunca la hubiera dejado. ¡Ojalá no hubiera ganado esa dichosa beca!”

Tenía que volver a clase. Aún le dolía la garganta y se metió una pastilla en la boca. Luego volvió al aula de estudio, tratando de andar con paso firme a pesar de que le flaqueaban las piernas.

Tenía fiebre y debería haberse metido enseguida en la cama. Pero no pensaba darse por vencida. Tenía que seguir estudiando. No podía quedarse atrás y, pasara lo que pasara, debía hacer bien esos exámenes.

Trató de aprenderse algunos poemas en francés, pero la cabeza le retumbaba y le zumbaban los oídos. Empezó a toser de nuevo.

—¡Oh, ya basta! —susurró Alicia—. ¡Estás haciendo teatro para ganarte a Potty!

¡Típico de Alicia! No le gustaba la gente que tosía, soltaba gemidos o se sorbía los mocos en clase. No era capaz de mostrar compasión por nadie, por mucho que la necesitara. Era una niña fuerte, saludable e inteligente que no había estado enferma en toda su



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